Diario de miércoles

Llegas a la puerta y haces el típico saludo gestual a todos los conocidos, que te responden con la misma mueca desganada que a penas se traduce como un "buenos días". En cuanto pisaste el la escuela, te queres ir. Subimos todos cual ganado que sube a un camión de carga y llegamos a la sala donde vamos a pasar las proximas 5 o 6 horas: siempre tan vacía, con el sol más que radiante entrando por la ventana y el aire ya enviciado. Nos sentamos todos sin mucha charla ni energía y miramos al frente, todavía no llegó ninguna autoridad. Las ganas de tirarte a dormir son más fuertes que cualquier otra cosa pero justo cuando estas por hacerlo, entra la profesora: Arte, por suerte, te distendes las primeras dos horas. Diseñamos un happening al estilo "La minujinda" y se lo mostramos a Ale, quien entre risas lo aprueba. Discutimos sobre variados temas y nos reimos de las ocurrencias de dos individuos conocidos como Juani y Porras. Toca el timbre del primer recreo y no hay fuerzas ni para salir asi que solo lo hacen los que tienen que salir a comprar provisiones. Nos quedamos adentro los demás, catatónicos, hasta que la preceptora (sabemos que lo va a hacer) entra al aula y con un "AFUERA CHICOS, QUE TENGO QUE CERRAR" nos hecha. No caminamos más de dos pasos y nos arrojamos en el pasillo: hasta el recreo se nos hace insoportable y eterno pero entre música en los oidos y ojos cerrados,logramos tolerarlo. Siguiente hora: Derechos Humanos. No disgusta tanto la materia pero en Noviembre no se tolera mucho nada. Vemos unos cortos en la tele y la clase se pone un poco dinámica, aunque seguimos pareciendo plantas. Pobre la profe, intenta hacernos hablar pero nadie quiere acotar absolutamente nada y la clase, se estanca. Toca el timbre del segundo recreo y nos volvemos a quedar sentados, sabiendo que la preceptora nos va a venir a sacar tarde o temprano. Cuando eso sucede, nos volvemos a arrojar al pasillo. La clase de Derechos sigue, más tediosa que nunca y los minutos duran HORAS. Nos miramos las caras totalmente demacradas y por adentro pensamos "PORQUE? PORQUE A MI?". Miras el reloj cada 1 minuto y los numeros no cambian. Toca el timbre de vuelta, cambio de hora: por una milésima de segundo pensas que ya es la hora de volverte a tu casa pero despues recordas que la pesadilla se extiende hasta las 2 y media de la tarde: puta madre, me olvide de matemática. LLega el checho y una voz comienza a hablar en tu cabeza "TIRATE POR LA VENTANA AHORA, AHORRATE ESTE SUFRIMIENTO". El curso ya es fantasmagórico, el profesor nos hace repasar para la prueba de mañana pero, para esta hora del día, el sueño se transforma en extasis y empezamos a reir sin parar. Maika hace la cara de down y empiezan las carcajadas, nos tiramos carpetas, cartucheras, nos hacemos masajes faciales, nos escribimos la cara. Gritamos y nos reimos como si estuvieramos más felices que nunca: la hora parece más corta. Toca el timbre del tercer y (gracias a Gsuli) último recreo. Menos que menos salimos. Aprovechas y te acostas para una mini siesta que te rejuvenece el alma pero, a los 15 minutos, termina. La última hora es, sin lugar a dudas, el peor momento del día. Tus compañeros no hablan, vos tampoco, pensas cosas muy bizarras que no tienen sentido, casi como si estuvieras bajo el efecto de alucinógenos. Para no volverte loco, pensas en las cosas que vas a hacer cuando llegues a tu casa, pensas en las cercanas vacaciones, pensas en muchas cosas. "LA PUTA MADRE, FALTAN 20 MINUTOS TODAVÍA" gritas cuando, despues de lo que a vos te parecieron 3 horas de reflexión, miraste la hora en el celular. El profesor ya ni lo intenta, estamos todos muertos. Los últimos 5 minutos son siglos, por adentro te estas revolcando del dolor, te queres ir YA a dormir. 5, 4, 3, 2, 1...TIMBRE.

LIBERTAD!